Si hoy nombramos a José María Fernández Unsain, para
el común de la gente es una una persona desconocida. O tal vez el nombre de un
sitio público, una calle quizás y con mucha suerte. Para unos pocos es el
nombre de un poeta entrerriano que escribió sonetos de ambiente campesino, a
quien el tiempo llevó al exilio en México y en el olvido.
Nace en 1918, en Paraná y pronto despierta su vena
poética. Muy prematuro, en 1935 publica Cristal
de juventud. Colabora en distintos periódicos de su ciudad natal. En un
reportaje dice: “Mi padre tenía una biblioteca de 10 mil volúmenes a los cuales
me acerqué desde muy pequeño. A los tres años aprendí a leer (...), a los 12
años escribí mi primer poema, un romancillo”; en 1935 da a la luz, con premura,
su libro Cristal de juventud. De esa
época es un sentido homenaje poético al arroyo Antoñico, que atraviesa como un
cuchillo su ciudad natal: “Los gurises crecían chapaleando /su agüita triste/como
si el gris fuera de agua para siempre(…)”.
Hacia 1942 la Universidad del Litoral le edita Esto es el campo, y después se va a las
luces de la gran ciudad, a Buenos Aires, donde colabora en diversos medios y
ejerce el periodismo escrito y radial. Gana premios varios por su producción
literaria que lo hacen reconocido en el país y Latinoamérica.
“Montado en pelo estoy sobre la tierra/-potro de sol y
sombra coscojera-(…)/el campo es cierto como un árbol, creo/y por los aires
cálidos y fríos/mis soledades y luz arreo”, publica en Sonetos.
Se interesa por la política y adscribe a las
corrientes nacionalistas. Integra y dirige el diario Tribuna de esa orientación junto a personalidades como Luis Soler
Cañas, Joaquín Linares, Lautaro Durañona y Vedia, Gilberto Gomes Ferrán, Jorge
Massetti y Fermín Chávez. En 1945, los profundos cambios que se acercan lo
encuentran en la vereda aluvional de los invisibles, los descamisados. Se suma
al movimiento que encabeza Juan Domingo Perón e integra una lista electoral
como candidato a diputado. Luego cumple diversas funciones como director del
Teatro Nacional Cervantes, presidente de la Comisión de Cultura, director
general de la Secretaría de Cultura y secretario de Eva Perón a quién dedica su
poema Canción elemental, editado por la peña Eva Perón. Ya lejos de su patria,
en México escribe el poema Eva del sur:
“Te recuerdo en el grito y en la premisa/muriendo suavemente por los ajenos/Qué
modo de quererte, malos y buenos/qué modo de calarte por la sonrisa.”
También produce guiones cinematográficos con
particular maestría que lo llevan al éxito de taquilla con La muerte se está poniendo vieja, premiada como la mejor obra de
1948. Entre las numerosas obras que escribe se cuentan los de Una viuda casi alegre (1950), Alfonsina (1957), sobre la vida de la
poetisa Alfonsina Storni y La sombra de
Safo (1957).
Fermín Chávez recuerda la experiencia con el
denominado Teatro Obrero de la CGT. “Es una experiencia que se inicia en 1949,
con la dirección de César Jaimes y Fernández Unsain. El elenco estaba formado
por obreros y por gente que provenía del teatro vocacional, de los teatros de
barrio. Con el Teatro Obrero de la CGT recorrimos muchas provincias,
Corrientes, Tucumán, San Juan. Se presentaban obras de corte político, escritas
especialmente.” En 1955 estrena Dos
basuras, dirigida por Esteban Serrador y con Amelia Vences a la cabeza del
elenco.
El golpe de estado de 1955 que derroca el gobierno de
Perón lo impacta profundamente y años después, en 1958, parte al exilio
mexicano y casi al olvido para los entrerrianos.
Y desde allá escribe A los que murieron para que la patria: “Míralos cómo caen/cómo
tienen partidas las espaldas/y ardientes agujeros en la nuca/y los huesos
quebrados como ramas (…)/Ya están muertos, los pobres/Ya no sufren, ni esperan,
ni ríen, ni nada/Ya no podrán usar la tardecita/para querer a las muchachas/ya
no podrán besar, ni morirse de a poco/ni preferir la Patria.”
Su producción en tierras de los aztecas es
incalculable. Escribe guiones de películas -243 consigna una estadística-, dirige
y produce incansablemente. Tiene una intensa actividad gremial en defensa de
los derechos de los escritores y autores. Su dinamismo es reconocido por el gobierno
mexicano y otras instituciones. Entre 1980 y 1984, Fernández Unsain encabeza el
Consejo Mundial de Autores de Radio y Televisión. Además, preside en dos
oportunidades el Consejo Panamericano de Sociedades de Autores y Compositores.
Durante todo el tiempo se pronuncia por defender el
derecho de autor que tienen los escritores, así como por un pago digno para
ellos. Y es en esas tierras que adopta como suyas, es donde lo encuentra la
muerte el 18 de junio de 1997.
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