Las especies vegetales
autóctonas de la provincia cumplen funciones importantes, como evitar la
erosión de las costas y sustentar ecosistemas que sin ellas no existirían. Por
ello, es importante tomar conciencia sobre su cuidado y preservación.
Las plantas nativas son aquellas cuya presencia en un lugar es resultado de fenómenos naturales sin
intervención humana, motivo por el cual crecen perfectamente adaptadas al clima
y suelo de la zona. También conocidas como autóctonas, estos vegetales cumplen la función de alimentar o
refugiar a la fauna nativa, por ello es tan importante su preservación.
En Entre Ríos, diversos animales y
microorganismos, viven sólo gracias al alimento proporcionado por la flora
nativa, por lo que si desaparecieran ciertas plantas, estos seres vivos se irían
con ellas. “En el caso particular de la mariposa argentina, se alimenta del
coronillo, un árbol que actualmente corre peligro de extinción, dado que se
ubica a la vera del río donde, en el caso particular de Concordia, la represa
Salto Grande ocasiona grandes erosiones costeras que lo arrasan. Actualmente
quedan pocos de estos ejemplares a la altura de la ciudad, pero hacia el norte
de la provincia ya no se ven”, cuenta Irma Galli, quien junto con su marido Jorge
Benítez, llevan adelante el vivero de plantas nativas Ivirá-Pitá, en Concordia,
actividad que nació originada por su amor hacia las especies autóctonas y
orgánicas, es decir, exentas de todo producto sintético, como por ejemplo los
plaguicidas.
Equilibro perfecto
Según Irma Galli, si los entrerrianos prestaran
atención a la flora nativa, se sorprenderían ante tanta riqueza y sabiduría
natural, dado que cada planta cumple una función irremplazable y convive con
las demás en un perfecto equilibrio, cuidándose unas a otras. “Un bosque nativo
y natural siempre está en equilibro y libre de plagas, pues cada especie tiene
su depredador natural. Por ejemplo, cuando una planta tiene pulgones, también suele
tener muchas hormigas, porque estas se alimentan de una sustancia azucarada que
larga el pulgón; a su vez, si el árbol tiene demasiadas hormigas, las aves se
las comen”, cuenta Irma. Asimismo, existen árboles como el ingá, el cual crece
a orillas del río y cumple una función fundamental como sostenedor de las
costas para evitar los desmoronamientos.
“Tiempo atrás, los pescadores de la zona
buscaban los árboles ubajay para pescar peces pacú, dado que estos animales
vegetarianos se alimentan del fruto de este árbol, entonces se sabía que donde
había un ubajay, seguramente había un pacú debajo. Hoy, encontrar un ubajay es
muy difícil. Estos árboles son hermosos y atraen a los colibríes por sus flores
blancas y pomposas. Por su parte, el árbol chal chal alimenta a los pájaros chalchaleros”,
cuenta Irma.
Según ella, árboles como el socará, conocido
como “el palo de fierro”, está desapareciendo, y también la especie conocida
como “mata ojo”, de la cual hay ejemplares de más de 100 años que hasta ahora
resisten las crecientes pero que no aguantarán mucho más, pues se les
imposibilita reproducirse dado que el agua de las crecientes barre con los nuevos
arbolitos que comienzan a crecer.
Frutos silvestres comestibles
No sólo las aves y otros animales pueden
alimentarse de estos árboles, sino también las personas pueden degustar ricos
frutos, totalmente nutritivos y naturales. “La naturaleza nos da todo, se
pueden obtener alimentos en las raíces y en las copas de los árboles, y la
mayoría de los frutos silvestres son comestibles. Además son muy sabrosos, con
un gusto muy particular”, cuenta Jorge Benítez. Por ejemplo, son muy ricos los
frutos del árbol pitanga, los cuales se comen frescos, partidos o enteros, a
veces con algo de azúcar agregada; asimismo, las hojas de la pitanga disecadas sirven
para preparar una sabrosa bebida, aromática y digestiva. También, el arbusto
llamado arazá da un fruto muy sabroso, que es apto para producir jugos, mermeladas, helados e
incluso para la producción industrial de pulpa congelada y fruta disecada.
Ornamentales
Las plantas autóctonas son muy preciadas como
especies ornamentales para parquización, por su gran adaptación a los suelos,
su bajo mantenimiento, su reducido consumo de agua y su resistencia a distintas
plagas. Incluso en diversos países europeos se compran plantas como las
cortaderas, cuyos penachos blancos y pomposos otorgan belleza a los espacios
verdes. Por otra parte, la planta llamada solidago también es muy llamativa por
sus flores doradas, que dan vida y color a los jardines; los árboles sina sina
presentan unas flores de incomparable amarillo y frondosidad, y el ibirapitá es
un árbol que da unas flores amarillas muy lindas e identifica a la zona de
Concordia.
“La acacia carnaval también es muy ornamental, pues
presenta una panoja grande amarilla, con flores muy bellas. Este árbol es muy
llamativo porque florece y sus hojas se caen, por lo que sólo se aprecian sus
grandes ramilletes floridos. Aquí, en Concordia, quedan algunos ejemplares en
las Ruinas de San Carlos”, cuenta Irma Galli.
Logros y concientización
Según Irma y Jorge, de a poco se ha logrado que
la sociedad tome algo de conciencia respecto al cuidado de la flora nativa. “En
Concordia, sobre todo durante el día del árbol, los ciudadanos se acercan a
comprar una especie autóctona para plantar en la vereda frente a su casa, o
para ubicar en sus patios. A su vez, en los pliegos de obras públicas nuevas,
se especifica que se deben sembrar especies nativas. Así se hizo sobre la nueva
autovía de la Ruta N° 14, desde el Parque Nacional el Palmar hacia el norte de
la provincia, donde se plantaron unos 2.000 ejemplares, alrededor de 100 por
cada especie nativa, los cuales se agruparon de a diez y aparecen a lo largo de
la ruta”, cuenta Irma con un brillo de felicidad en la mirada por este hecho
tan relevante.
Paso Vera
Nativas
y foráneas
Si bien las especies
foráneas o exóticas suelen ser bellas por sus colores, aromas y enormes
follajes en el caso de los árboles, compiten con la flora nativa y perjudican
su rol fundamental en el sostén de los ecosistemas.
Particularmente en Paso Vera, un área de playas
ubicada en Concepción del Uruguay, son muchas las plantas foráneas que conviven
con las nativas. La gran mezcla de autóctonas y exóticas ocasiona la pérdida de
noción sobre cuáles son originarias de estas tierras. “Hablar sobre la flora
nativa y darla a conocer es un aporte para la comunidad. Difundir estos temas y
enseñarles a los gurises la importancia de nuestros vegetales es fundamental
para poner en valor nuestra natura”, afirma Gustavo Cheri, técnico en parquización
e investigador de especies nativas de la región, quien continúa: “En otras
provincias argentinas y en otros países, nuestras plantas son muy preciadas por
su belleza, mientras que para muchos de nosotros no suelen ser más que yuyos”.
En Paso Vera existen distintas especies
vegetales que se conocen desde hace muchos años, las cuales suele creerse que
son “nuestras”, pues nadie imaginaría que la mora es exótica e ingresó a
Argentina durante la
Segunda Guerra Mundial, debido al comercio de seda, pues
estos árboles son el alimento de los gusanos de seda. “Las moras provienen de
China; sin embargo, a nuestro país sólo ingresaron los árboles y los capullos
de seda pero no sus depredadores: los gusanos de seda. Esto derivó en una
proliferación incontrolable de moras”, cuenta Gustavo. Este árbol, a pesar de
ser hermoso y dar un fruto muy sabroso, compite con especies nativas y, en
muchos casos, no permite que crezcan, sino que las asfixia y les quita espacio.
Por otra parte, el eucalipto es otra especie
cotidiana para los habitantes de la región, sobre todo en zonas no urbanas, por
su gran tamaño. Es una especie muy querida por su madera y parece ser “bien
entrerriana” pero, sin embargo, está muy lejos de serlo. Es una especie
extranjera, que fue traída por Faustino Sarmiento de regreso a Argentina en uno
de sus tantos viajes a Europa. “Por aquellos años, cuando no había control
sobre el traslado de especies, los viajantes solían traer recuerdos de los
lugares que visitaban o de sus patrias de origen. Este último fue el caso de
Sarmiento, quien importó el eucalipto como recuerdo. Pero al traer el árbol y
no la plaga que lo controla, se generó un crecimiento que perjudica la flora
nativa”, indica Gustavo.
“Una de las contaminaciones más grandes y menos
conocida en nuestra región es precisamente la de las especies foráneas que no
tienen control biológico. Asimismo los propios lugareños, al no apreciar la
flora nativa, suelen no cuidarla. Por ejemplo, el laurel del monte es muy usado
para hacer cajones de abejas para vender en grandes cantidades, y así se va
extinguiendo. Lo mismo ocurre con los claros generados por el hombre en Paso
Vera. Se extermina la vegetación de forma desorganizada o se cortan los árboles
de una manera no adecuada. A su vez, vienen chicos a andar con sus motos entre la
selva en galería y se divierten inconscientes del destrozo que causan”,
menciona Gustavo, preocupado.
Mirar hacia adelante
“Lo que se perdió ya no volverá, por eso hay
que mirar hacia delante y pensar en preservar lo que tenemos. En Concepción del
Uruguay aún no existe un programa que controle las especies y las cuide, ni
intenciones de reconstruir paisajes. Por esto, se sigue impactando en la selva
en galería y, al ritmo en que vamos, nuestros nietos no podrán disfrutar de
estas playas y su vegetación. Sólo basta con ir a Paso Vera y observar cómo se
efectúan fogatas cerca de los troncos de los árboles, los cuales luego se secan
o cómo se abren cada vez más caminos para estacionar vehículos. Todo sin un
control”, cuenta Gustavo.
La costa en Paso Vera debería ser utilizada por
el hombre respetando sus especies naturales, pero se fueron abriendo playas,
incluso recientemente se hizo una gran tala y poda de árboles de forma
indiscriminada, lo cual habla de la falta de conciencia sobre estos temas.
RECUADRO:
Plantas foráneas:
Eucaliptos
Fresnos
Álamos
Ligustros
Moras
Chaucheras
Acacias negras
Plantas nativas:
Cortaderas
Anacahuitas
Viraró
Laurel del
monte
Talas
Azota
caballo
Mata ojo
Caña tacuara
Solidagos
Caraguatá
Curupí
Escoba dura
Ingá Pitá
Invitación
Plantá una
especie vegetal autóctona en el patio o jardín de tu casa y colaborá con la
supervivencia de la flora nativa. Como recompensa, esta vegetación puede
brindar ricos frutos, belleza y la visita de diferentes aves y mariposas; así
como también permite un medio ambiente más sano y equilibrado que todos puedan
disfrutar.